River Plate dio un paso firme en su camino en la Copa Libertadores al vencer con claridad a Atlético Tucumán, en un partido donde los laterales Fabricio Bustos y Marcos Acuña fueron protagonistas clave. Con un despliegue físico constante y decisiones precisas, ambos marcaron la diferencia en un equipo que empieza a mostrar la impronta de Martín Demichelis con rasgos que recuerdan al ciclo de Marcelo Gallardo.

Desde el comienzo, el equipo de Núñez mostró una propuesta ofensiva dinámica, apoyada en el juego por las bandas. Bustos y Acuña no solo cumplieron en defensa, sino que fueron fundamentales en la generación de juego. La conexión de Bustos con Claudio Echeverri y Santiago Simón desarticuló el bloque defensivo del conjunto tucumano. En una de las mejores jugadas del partido, un pase preciso de Echeverri habilitó a Bustos, quien profundizó por la derecha y asistió a Miguel Borja para el segundo gol de River.

Las estadísticas respaldan la influencia del ex Independiente: Bustos tuvo un 91% de precisión en sus pases y generó tres ocasiones claras de gol con envíos profundos que terminaron en remates. Acuña, por su parte, se destacó con cinco intervenciones que culminaron en disparos al arco rival. Su entendimiento con Nacho Fernández y la sociedad naciente con Manuel Lanzini por el sector izquierdo anticipan un tándem que puede dar mucho más.

El lateral zurdo, campeón del mundo con la Selección Argentina, fue reemplazado por una cuestión física, pero dejó destellos de su jerarquía. En una jugada que recordó su época como número 10 de Ferro, encaró hacia el centro desde la izquierda, eludió rivales con doble enganche y lanzó un centro preciso que terminó en el cabezazo de Maxi Meza para el 3-1 final.

River mostró señales claras de madurez colectiva y sincronía, a pesar de tratarse todavía de una etapa inicial en el nuevo ciclo. El equipo supo leer los momentos del partido y manejar los ritmos con criterio, algo que se nota especialmente en jugadores como Acuña, que aún sin haber realizado la pretemporada en Pilar, demostró estar en sintonía con sus compañeros.

Mientras tanto, del otro lado de la vereda, Boca Juniors quedó eliminado del Mundial de Clubes, lo que agrega aún más presión al presente del conjunto xeneize y acentúa el contraste con el buen momento de su eterno rival.

El desafío de River será mantener este nivel de juego en los próximos compromisos de octavos de final. Si logra sostener la intensidad y la precisión, especialmente en las bandas, puede aspirar a pelear seriamente por el título continental. Por lo pronto, la imagen que dejó ante Atlético Tucumán invita a soñar. River desplegó sus alas… y empezó a volar.